17 de noviembre de 2009

Sobre Madrid Olímpico.

A ver... quién no conoce aún mi teoría de que los madrileños y las langostas están emparentados filogenéticamente?

Aquí va un resumen.

Las langostas tienen un comportamiento muy especial (me refiero a la langosta de tierra, la que crea plagas, no a la de mar, que crea colitis). Cuando una langosta se encuentra en su fase de "plaga" tiene una serie de caracteres diferenciales. Ahora mismo no los recuerdo, pero creo que tiene un color más vívido, unas alas más funcionales, y sobre todo, un comportamiento exclusivo para "operar en modo plaga".

Para conseguir que una langosta en estado individual pase a estado "plaga", lo único que hay que hacer es tener algo de paciencia, y con un bastoncillo de los oídos, darle un ligero toque cada 20 segundos durante un montón de horas. Al final, la langosta cambia su metabolismo, y se convierte en la "versión plaga" dispuesta a atacar y a arrasar cosechas enteras. Esto es un ejercicio de laboratorio que simula la frecuencia con la que una langosta se roza con otra cuando el número de individuos en una población ha crecido tanto, que el único comportamiento lógico para mantenerse como especie, es crear una plaga. Es decir, que cuando ha habido buenas condiciones y el número de langostas en una región ha aumentado mucho, si mantuviesen sus condiciones normales, acabarían con los recursos (se comerían todo el excedente de maíz, por ejemplo), y morirían todas. En lugar de ello, como hay tantas, se produce un roce contínuo entre ellas, y eso hace que cambie no sólo su comportamiento, sino también su cuerpo y su fisiología. Eso hace que estén preparadas para volar miles de kilómetros, arrasando cosechas enteras a lo largo y ancho de varios continentes.

A partir de ese momento pasan a ser una plaga. Es preciso tener claro que una langosta en modo plaga es un bicho distinto a una langosta en modo normal. Y que ese cambio se ha producido a base de roces.

Cuando una langosta se encuentra en esta nueva fase (modo plaga), no se comporta como un organismo aislado, sino que pasa a formar parte de un todo, que es el enjambre. Por ejemplo, no come para alimentarse, sino que come mientras sus congéneres comen, y vuela mientras sus congéneres hacen lo propio. De hecho muchas mueren mientras vuelan agotadas, o revientan comiendo. Hacen esto porque las demás lo hacen. Los choques contínuos y las micro-corrientes de aire a su alrededor mantienen en la langosta este comportamiento, hasta la muerte del animal. Una vez que la langosta está en fase plaga, no puede volver a ser una langosta normal.

Por poner un ejemplo más, cuando las langostas actúan en modo plaga, su comportamiento es muy similar al de una sardina dentro de un cardúmen. Cuando está en el modo normal, es más parecido al comportamiento de una langosta de las que crean colitis. Bichos indiviudales e individualistas.


Bueno... pues los madrileños son como las langostas en fase plaga. Están tan acostumbrados al roce de otros madrileños, que su comportamiento se ve dirigido por estos roces y micro-corrientes de aire que crean entre sí. Por eso para un madrileño estar de vacaciones consiste en dejar el enjambre de Madrid e irse a otro enjambre en Benidorm, o en la Manga, pero siempre rodeado de madrileños... De hecho, cuando sacas a un madrileño de su entorno, se vuelve huraño, y no sabe actúar con naturalidad. Claro, la naturalidad es estar rodeado de madrileños.

Pero, sobre todo, cuando un madrileño viaja en su fase plaga, hace lo que hacen las langostas: ocupar, imponer y acabar con la cultura previa que alli hubiera, igual que se arrasa con una cosecha de maiz.



Que se jodan sin sus olimpiadas. Ya fueron en masa a Barcelona a verlas.

2 comentarios:

Jota___ dijo...

Y con esta frase final pongo otro ejemplo sobre lo fácil que es la literatura del macaco de Arturo Pérez Reverte.

Anónimo dijo...

¿Pero que te ha hecho el pobre Arturo?
Ayyyy murcianooooo que no te caen bien los cartagenerooos