Aquí va un resumen.

Para conseguir que una langosta en estado individual pase a estado "plaga", lo único que hay que hacer es tener algo de paciencia, y con un bastoncillo de los oídos, darle un ligero toque cada 20 segundos durante un montón de horas. Al final, la langosta cambia su metabolismo, y se convierte en la "versión plaga" dispuesta a atacar y a arrasar cosechas enteras. Esto es un ejercicio de laboratorio que simula la frecuencia con la que una langosta se roza con otra cuando el número de individuos en una población ha crecido tanto, que el único comportamiento lógico para mantenerse como especie, es crear una plaga. Es decir, que cuando ha habido buenas condiciones y el número de langostas en una región ha aumentado mucho, si mantuviesen sus condiciones normales, acabarían con los recursos (se comerían todo el excedente de maíz, por ejemplo), y morirían todas. En lugar de ello, como hay tantas, se produce un roce contínuo entre ellas, y eso hace que cambie no sólo su comportamiento, sino también su cuerpo y su fisiología. Eso hace que estén preparadas para volar miles de kilómetros, arrasando cosechas enteras a lo largo y ancho de varios continentes.
A partir de ese momento pasan a ser una plaga. Es preciso tener claro que una langosta en modo plaga es un bicho distinto a una langosta en modo normal. Y que ese cambio se ha producido a base de roces.

Por poner un ejemplo más, cuando las langostas actúan en modo plaga, su comportamiento es muy similar al de una sardina dentro de un cardúmen. Cuando está en el modo normal, es más parecido al comportamiento de una langosta de las que crean colitis. Bichos indiviudales e individualistas.
Bueno... pues los madrileños son como las langostas en fase plaga. Están tan acostumbrados al roce de otros madrileños, que su comportamiento se ve dirigido por estos roces y micro-corrientes de aire que crean entre sí. Por eso para un madrileño estar de vacaciones consiste en dejar el enjambre de Madrid e irse a otro enjambre en Benidorm, o en la Manga, pero siempre rodeado de madrileños... De hecho, cuando sacas a un madrileño de su entorno, se vuelve huraño, y no sabe actúar con naturalidad. Claro, la naturalidad es estar rodeado de madrileños.
Pero, sobre todo, cuando un madrileño viaja en su fase plaga, hace lo que hacen las langostas: ocupar, imponer y acabar con la cultura previa que alli hubiera, igual que se arrasa con una cosecha de maiz.

Que se jodan sin sus olimpiadas. Ya fueron en masa a Barcelona a verlas.
2 comentarios:
Y con esta frase final pongo otro ejemplo sobre lo fácil que es la literatura del macaco de Arturo Pérez Reverte.
¿Pero que te ha hecho el pobre Arturo?
Ayyyy murcianooooo que no te caen bien los cartagenerooos
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