13 de septiembre de 2010

1 de enero, 2 de febreeero, 3 de marzo, 4 de abril...

Respondamos.

El calendario gregoriano (llamado así por el Papa Gregorio XIII) se adoptó en 1.582 para evitar ciertas discrepancias con el calendario juliano usado hasta entonces, que suponía que el tiempo entre equinoccios era 365,25 días, cuando en realidad son 10,8 minutos menos. Ello implicaba que, desde que se adoptó el calendario juliano, ya se arrastraba un error de 10 días, y cada vez el equinoccio se celebraba antes.

Una de las reformas era reducir el número de años bisiestos en 4 siglos de 100 a 97 (de modo que hay años bisiestos en los años divisibles entre 4, pero no divisibles entre 100, salvo que sean divisibles entre 400). La otra reforma fue eliminar el año de su implantación 10 días del calendario, para suprimir el error acumulado durante los siglos.

Antes del calendario juliano (impuesto por César en el 45 A.C.), el calendario que usaban los romanos (calendario romano) estaba basado en la Luna, y siendo el tiempo medio entre lunas nuevas de 29,5 días, el calendario (de 10 meses) tenía días de 30 y 29 días intercalados (304 días, habían 61 días en invierno que no estaban asignados a ningún mes).
Numa Pompilio reformó el calendario añadiendo Enero y Febrero, creando un calendario de 355 días. Se quitó un día de cada mes de 30, que mas los 51 que se debían añadir, daban 57 días a repartir entre Enero y Febrero. Siendo Febrero el mes de la purificación, se quedaba con 28 días (que además por ser número par, daba mala suerte). Para hacer coincidir el año con el año solar, había años que se añadía un mes (mensis intercalaris) en mitad de Febrero, a discreción del pontífice.

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