4 de diciembre de 2009

Autopsias y famosos. Murió H.M.

Muere en EEUU el paciente que revolucionó el conocimiento de los mecanismos de la memoria.

Se le conocía como HM y fue el gran conejillo de indias del siglo XX

Ha muerto un personaje. O lo más cercano a un personaje que puede deparar la vida real. Un hombre al que todos se referían como H.M., o simplemente HM, sin los puntos, y que se ha ido de este mundo con el rótulo singular de ser el enfermo psiquiátrico más útil del siglo XX. Aunque es posible que en el último momento, justo antes de que un fallo respiratorio lo enviara a la tumba, no recordara nada. Nada de nada. Eso precisamente, su amnesia, las peculiaridades científicas de su falta de memoria, lo convirtieron desde que tuvo 30 años en el conejillo de indias por excelencia, el ratón de laboratorio sin cuya inestimable ayuda los investigadores habrían tardado mucho más en descifrar algunos mecanismos cerebrales básicos. El diario The New York Times lo despidió hace unos días con este título: "El amnésico inolvidable".
Su nombre era Henry Gustav Molaison y era estadounidense, y si durante décadas no figuró más que como un par de iniciales en los documentos de hospitales y centros de investigación fue por un más que prudente deseo --el de los médicos-- de salvaguardar su privacidad. Parece que la calamitosa historia de su cerebro empezó a gestarse cuando tenía nueve años y tuvo un accidente a bordo de su bicicleta. HM perdió la conciencia, y al despertar, al cabo de pocos minutos, ya no era la misma persona.



No está plenamente demostrado que una cosa llevara a la otra, pero lo cierto es que al poco tiempo empezó a sufrir violentos ataques de epilepsia. Molaison arrastró su padecimiento lo mejor que pudo durante más de 15 años, buscando, sin conseguirlo, el alivio de los fármacos, consultando a un médico, y a otro, y a otro, hasta que acabó llamando al consultorio de un tal doctor William Scoville, experto neurocirujano del Hospital de Hartford.
Estar mal de la cabeza es la expresión que manda en este punto: en un sentido literal, el joven Molaison estaba mal de la cabeza, sin duda, pero el médico Scoville, a la vista de lo ocurrido, no podía alardear demasiado. Cuando salió del quirófano, HM estaba curado de su epilepsia, pero el bisturí del cirujano había cavado tan hondo --y tan mal: retirando partes del tejido del hipocampo-- que además de sanar también había dañado, y mucho: lo había dejado sin memoria. Para ser precisos, le había quitado la capacidad de fabricar recuerdos. Pero algo hay que decir a favor de Scoville: que nadie, a principios de los 50, sabía que esa función estaba justo allí, donde entró alegremente a cortar y quitar.
Era el segundo despertar traumático en la vida de Molaison, pero este era el definitivo. En su cuarto de hospital era incapaz de recordar por qué estaba allí. A partir de entonces su vida se convirtió en algo así como un continuo presente, pero también una perenne fuente de novedades: siempre que veía a alguien lo veía por primera vez, no importa si lo había visto toda la vida; podía leer la misma revista mil veces porque siempre era la primera lectura, o caminar cientos de veces por la misma acera, que cada tarde era otra acera. Era incapaz de almacenar nuevos recuerdos, y a los 20 segundos, simplemente, olvidaba. El día en que le dijeron que su tío había muerto reaccionó con tristeza, pero al poco rato estaba preguntando nuevamente por él.

Una sociedad fructífera
Tal vez porque no tenía ya alternativas, HM participó a partir de entonces en cientos de estudios que permitieron perfeccionar el conocimiento de los mecanismos de la memoria y el aprendizaje. La mayoría fueron obra de Brenda Milner, una especialista en neuropsicología que estuvo décadas pendiente de Molaison. Fue ella quien, basándose en las pruebas que le hizo, descubrió, por ejemplo, que el cerebro tiene dos instrumentos para crear memoria, y que hay dos tipos de recuerdos, de corto y largo plazo; lo descubrió al darse cuenta de que su paciente no sabía crear recuerdos, pero su memoria no estaba del todo dañada: sabía que había nacido en EEUU, y que su familia era de Luisiana, y que su madre era irlandesa; y recordaba muy bien cómo montar en bicicleta.

MAURICIO BERNAL

  • Daño cerebral en el hipocampo produjo amnesia anterograda
  • Memoria a corto plazo normal. Incapacidad para asentar y recuperar experiencias en la memoria a largo plazo
  • Este caso de estudio (finales años 50) es el origen de la neuropsicología. Sugiere la existencia de los dos almacenamientos (memoria a corto plazo, memoria a corto plazo) y sugiere la localización de la memoria a largo plazo en el hipocampo
  • Es incapaz de aprender nuevos hechos (memoria semántica y episódica) pero puede aprender nuevas habilidades sensorial-motoras. El ejemplo paradigmático es que puede aprender a resolver un puzzle pero no puede recordar ninguna de las veces que lo hizo

Si habéis leído hasta aquí, os alegrará saber que tras la muerte de H.M., hoy se está procediendo a la autopsia para posterior estudio de su cerebro. Y conforme van saliendo los cortes anatómicos del cerebro se van retransmitiendo para todo el mundo en tiempo real, vía webcam. Ahí es nada. Me quedo un ratico viéndolo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Precisamente esta noche, mientras degustaba una chuleta de ternera lechal, ha salido HM en la conversacion.
Ahora llego, y me encuentro que ha muerto... dichosa vida y sus coincidencias.
Magnifico post.

Jota___ dijo...

Un día, un médico le dió un guantazo con todas sus fuerzas... vamos, que le volvió la cara del revés.
Al día siguiente, en cuanto el médico se acercaba, él se ponía en guardia, con expresión de sorpresa, incapaz de saber por qué no debía fiarse de ese hombre... pero sabiendo que no debía fiarse de él.
Este paciente, además, tenía una predisposición emocional mayor de lo común (es decir, que se alegran y entristecen más de lo que parecería lógico), debido a que habían sido dañadas estructuras de su cerebro que también están involucradas en el control de las emociones. En un vídeo se veía como se emocionaba un montón al ver a la que creo que era su esposa, luego miraba hacia otro lado... y al recuperar la visión de su mujer empezaba a aullar y saltar otra vez de pura emoción.

... y no veáis cuando se cabreaba... Era como una ametralladora de proferir insultos que de vez en cuando se atascaba, para seguir de improviso al momento siguiente.

Hay aún más anécdotas, que con intención de no agotar el tema, no relataré. Jejeje.

El resúmen importante de todo esto es que hoy en día podemos localizar los circuitos neuronales para la visión, el tacto, la memoria a corto plazo, la alegría, el amor, etc... Lo cual convierte este mundo en un poquito más materialista.