- Desde que tengo uso de razón, siempre he querido ser un gángster...The Goodfellas.
8 de marzo de 2006
La Bestia de Gévaudan
En junio de 1764, en el centro de Francia, una mujer del pueblo de Langogne, cerca de Gévaudan, pastoreaba su rebaño de vacas, cuando fue atacada por algo que describió como un "monstruo". Sus perros pastores tomaron las de Villadiego con el rabo entre las piernas, mientras ella era arrojada al suelo. Según contó luego, fueron sus vacas las que lograron espantar a la bestia. Las autoridades, supongo que incrédulas, no dieron mucha importancia al incidente, y lo achacaron a un simple lobo.
Pero algunos días más tarde, tuvieron que cambiar de opinión. Algo había capturado a una jovencita llamada Jean Boule, de tan sólo catorce años, dejando su mutilado cadáver abandonado en el bosque. Algo que dejaba marcas mucho más grandes que las de un lobo.
Sería el primero de una larguísima lista de crímenes. El 3 de julio, cerca de Vivarais, aparecen los restos destrozados de una niña de ocho años. Una joven de Gévaudan es devorada el 8 de Agosto. Del pueblo de Chayla-l'Evêque desaparecen tres muchachos de quince de años, que aparecieron destrozados. Hacia finales de octubre, el número de víctimas ascendía a trece. Y sólo era el principio.
Las autoridades seguían confiando en la tesis de un gran lobo, posiblemente rabioso, y realizó varias batidas para capturarlo. El capitán Duhamel, de los Dragones acuartelados en Langogne, logra matar a un lobo notablemente grande con la ayuda de los lugareños, por el que recibe una nada desdeñable recompensa. Pero eso no detiene los crímenes, demostrando que la Bestia seguía viva.
Jean Pierre Pourcher, de la aldea de Zulianges, se encontraba trabajando en su granja a finales de Octubre, cuando escuchó un sonido sospechoso. Por supuesto, pensó que era la Bestia, y no se equivocaba. Logró subir al segundo piso, y desde allí disparar al monstruo. No sirvió de mucho. La Bestia bufa, furiosa pero relativamente indemne, y sigue avanzando con la idea de invadir el edificio. Pourcher vuelve a disparar, y esta vez consigue aflojarle el paso. Con un aullido de frustración, la Bestia da media vuelta y huye al interior del bosque...
El terror se extiende por la región. Se dejan de cultivar los campos, por la noche se atrancan las puertas, y la gente sólo se atreve a moverse en grandes grupos armados. El capitán Duhamel reúne a una fuerza de más de doscientos soldados y campesinos, que incluye a notables oficiales y caballeros versados en la cacería, con los que peina incansablemente los bosques. Pero sin demasiado éxito.
Uno de esos cazadores es Mr. Lafont, que después de más de 72 horas de batida, anda pensando en tomarse un merecido descanso. Pero entonces descubre a la Bestia. Está acechando a un incauto pastor, que anda pendiente de su rebaño sin sospechar lo que está a punto de caerle encima. Lafont, con envidiable eficacia, distribuye rápidamente a su centenar hombres para rodear a la Bestia. Aquella reacciona demasiado tarde. Dos disparos la alcanzan. Resiste el daño, y trata de huir, pero otra bala la hace caer. Pero es más fuerte de lo que parece, y cojeando consigue escabullirse en el interior del bosque, a pesar de que recibe varios disparos más.
Lafont la busca sin éxito hasta la caída de la noche. Se da por hecho que debe haber muerto desangrada, es imposible que un animal soporte tantos disparos. Al amanecer, doscientos hombres registran concienzudamente el bosque, sin descuidar ningún hueco ni matorral. Descorazonados, algunas horas después, oyen de boca de dos campesinas, que la Bestia ha sido vista con vida.
Apenas cuarenta y ocho horas después, la Bestia ejecuta su venganza. Un muchacho y un niña sobreviven a duras penas a su ataque, y se encuentra el cadáver de una mujer de apenas 21 años. La gente de Gévaudan están desesperadas. Se han movilizado a diez mil cazadores, encargados de peinar la región tanto de día como de noche, pero nada de eso parece ser suficiente.
Las descripciones de testigos y supervivientes, pintaban un animal del tamaño de un becerro, de constitución robusta y pelo rojizo. Algunas afirmaban que tenía un hocico ligeramente similar al de un jabalí, y otros que tenía cascos como los de un caballo. Decían que su cola era larga y tupida, como la de un zorro, con la punta blanca. Tampoco faltaban los que juraron haber visto como la bestia reía y les hacía muecas burlonas. Y aunque este extravagante pueda atribuirse a la imaginación de los campesinos, al final del artículo veremos que es una pieza clave del misterio.
La Bestia era un asunto de interés nacional, llenaba periódicos y el tema de conversación favorito en la corte de Luis XV. El rey, dispuesto a resolver la situación, ofreció una recompensa de dos mil libras por la cabeza de la Bestia, que luego subió a las seis mil, y dio todas las facilidades posibles a Duhamel.
A finales de noviembre se organizaron ocho grandes cacerías. Durante esos intentos, la Bestia había matado a diez personas, de las cuales cuatro eran niños. Desde las iglesias, los párrocos hablaban del diablo y solicitaban la intervención de Dios. Pero ni todos los rezos evitaron que la Bestia masacrara a una familia entera el 6 de Enero de 1765.
Estamos en el día 21 enero de 1765. , Andrés Portefai es un pastorcillo de 12 años, que proviene del pueblo de Chanaleilles. Le acompañan seis amigos más, menores que él, y todos iban armados con garrotes en los que habían insertado cristales y clavos para defenderse de la Bestia, si se le ocurría aparecer mientras andaban cuidando el ganado.
Y como sospecháis, la Bestia apareció detrás de un matorral. El joven Andrés ordena a los pequeños que se agrupen a su alrededor, y que se defiendan con sus garrotes. El monstruo busca el momento de atacar, rondándoles con el hocico deshecho en espuma. Y entonces se lanza, atrapando al pequeño Panafieux, de tan sólo ocho años. Pero Andrés es valiente, y golpea varias veces hasta lograr la liberación de su amigo. Ha perdido parte de la mejilla, pero se encuentra razonablemente bien.
La Bestia no se marcha. Se mueve de un lado para otro, sin dejarse amedrentar demasiado por los gritos ni los palos. Aprovecha un hueco para adelantar las fauces y coger del brazo a otro de los niños, Jean Vévrier.
Uno de los pequeños grita que deben escapar mientras la Bestia devora a Vévrier, pero Andrés, que tiene el valor de varios adultos, dice que de eso nada, mientras avanza golpeando con el garrote. Todos se unen al ataque, incluyendo a Panafieux, que tiene la cara destrozada. Consiguen hacer retroceder al monstruo, que se ve obligado a huir.
Esa hazaña llega pronto al obispo de de Mende que, impresionado, se apresura a comunicárselo al rey. Luis XV premió a cada muchacho con 300 libras, un auténtico tesoro en aquella época, y al valiente Andrés Portafai, le pagó de su bolsillo los gastos de su educación (acabaría ingresando en el clero, donde tuvo una larga y próspera carrera. Nada mal, teniendo en cuenta que era un campesino de clase baja).
Aquel heroico combate sería conocido muy pronto en toda Francia, gracias las noticias de los periódicos. Aquello atrae a un buen montón de cazadores de fortuna, dispuestos a acabar con la Bestia. Debían pensar que si unos simples niños podían amedrentarla, sería pan comido atraparla y cobrar la jugosa recompensa... que ya alcanzaba las 9.400 libras.
Duhamel organizó una gran cacería el 7 de Febrero, en la que participaron veinte mil hombres. La región estaba cubierta de nieve, y eso facilitó seguirle el rastro a la Bestia, a la que alcanzaron nada menos que cinco cazadores con su fusiles. Pero eso no sirvió para detenerla. Se escondió, y esa misma noche se encontró el cadáver de una niña de catorce años. Le había arrancado la cabeza de un mordisco.
Se optó por usar el cuerpo como señuelo. Lo dejaron a la vista, apostando tiradores en la zona, pero la Bestia era bastante inteligente, y no mordió el anzuelo. La desesperación era tan grande, que la gente proponía las más absurdas estrategias. Desde fabricar maniquíes y rellenarlos de carne para atraer al monstruo, a complicados ingenios formadas por una batería de fusiles...
Un viejo noble llamado Denneval, de la región de Normandía, seguía el caso con especial interés. Su reputación como cazador de lobos era enorme, se decía que había matado personalmente a más de mil doscientos (sí, una bestialidad). Denneval viajó hasta Versalles para ofrecer sus servicios al rey , y prometerle que le entregaría a la Bestia disecada.
El 19 de febrero se presenta en la región de Gévaudan, con su hijo, dos auxiliares y seis enormes perros. Era un cazador meticuloso. Antes de hacer ningún movimiento, se dedicó a estudiar cuidadosamente el terreno, y a tomar notas de los testimonios de los lugareños para hacerse una idea clara del enemigo al que se enfrentaba. Además, exigió a Duhamel que retirara a sus hombres. Estorbaban. Y no se movería mientras los dragones no volvieran a sus cuarteles.
En ese estado de cosas, la Bestia seguía salpicando de sangre la región. Del 4 al 14 de Marzo, devora a una mujer de 48 años, decapita a un niño de ocho, se come a una muchacha de veinte, despedaza a una cría de cinco... Denneval y Duhamel, mientras tanto, seguían discutiendo estérilmente.
Al final, el normando se salió con la suya, y empezó su combate personal contra la Bestia. Fue inútil. A lo largo de tres meses, su única presa fue una flaca hembra de lobo, que ni de lejos se parecía al magnífico monstruo que asolaba la región. Todas sus tácticas fracasaron. Envenenó a un cadáver que abandonó en el bosque como cebo, pero la Bestia lo empleó como cena sin sufrir daño alguno.
El gran Denneval, idolatrado por los campesinos como el gran matador que habría de librarles del monstruo, no estaba a la altura de su prestigio. Los lugareños empezaron a burlarse de él, afirmando que no sería capaz de atrapar a una inofensiva liebre. Incluso que las cartas que le llegaban de Versalles estaban empapadas de disgusto por su falta de resultados. Las puyas llegaban incluso desde el extranjero. Los periódicos ingleses afirmaban que el ejército de Luis XV había sido derrotado por una única fiera.
El rey pierde la paciencia. Que devoren a tu gente es malo. Pero que los ingleses te conviertan en el hazmerreír de Europa, es intolerable. Recurrió a Antonio de Bauterne, uno de sus hombres de confianza, y mandó al poco práctico Denneval de vuelta a Normandía.
Bauterne llega a la región el 22 de Junio. Parecía un rancio aristócrata, más que un gran cazador. Trajo un buen montón de criados y de equipaje inútil, y no demostró mejores aptitudes que Denneval. Con asombro, los campesinos vieron como se marchaba a un región de Auvergne donde nunca se había visto a la Bestia. Allí, el número de juergas excedían al de expediciones al bosque.
Las muertes continuaban, por supuesto. Apenas unos días después de la llegada de Bauterne, una anciana que hilaba en su porche, fue arrastrada fuera del pueblo a plena luz del día. La encontraron muerta, sin piel ni músculos en el rostro.
Hasta el 21 de septiembre, parecía evidente la incompetencia de Bauterne. Sin embargo, ese día vio a la Bestia. Contó que venía hacia él, y logró acertarle en un ojo. Luego disparó una vez más para rematarla.
Fin de la historia. ¿O no?
Lo que el triunfante Bauterne entregó a un cirujano de Saugues para que lo disecase, era un lobo de unos sesenta kilos. Hizo llamar a varios niños para que confirmasen que sí, que aquello era la terrible Bestia, y sin demora su cuerpo fue llevado ante Luis XV, que no dudó en burlarse de la estupidez de los campesinos. Por supuesto que era un lobo, ¿qué otra cosa sino?
Bauterne recibió la Gran Cruz de la Orden de Saint-Louis, y mil libras de pensión. Nada menos. Su hijo, que también participo en la cacería, fue puesto al mando de una compañía de caballería, y además hizo fortuna exhibiendo al "monstruo" disecado.
Sin embargo, algo seguía matando en Gévaudan con las mismas ganas que al principio. Apenas comenzó el otoño, mató a una niña de la aldea de Marcillac, y luego a una mujer de Sulianges. Y no se detuvo ahí. La avalancha de muertos continuó...
Las autoridades de la zona no se atrevían a pedir ayuda al rey. Hacerlo, hubiera implicado tachar al buen Bauterne de embustero, y en aquellos tiempos un plebeyo no andaba pisándole los juanetes a la nobleza ni en broma. Aún faltaban dos décadas para que las guillotinas empezaran a funcionar.
La Bestia, la auténtica, fue cazada el 19 de junio de 1767. El marqués de Apcher, de la zona de Gévaudan, organizó una gran batida, bastante harto del asunto. Entre sus hombres se contaba a Jean Chastel, un hombre de sesenta años, con una gran fuerza física, pero extremadamente religioso. En un momento dado, aprovechando un descanso, se encontraba rezando cerca de Saugues. Y vio a la Bestia acechándole. Cerró su libro de oraciones procurando no hacer ningún movimiento brusco. Se lo metió en el bolsillo, y luego se quitó también las gafas. La Bestia esperaba. Coge su fusil, y antes de que pueda producirse el ataque, la acierta con un disparo (la leyenda añade que con balas de plata, obtenidas de fundir un medallón de la Virgen). Al oír el estampido del fusil, sus perros acuden para destrozar al monstruo. Por fin, ha muerto.
El cadáver fue transportado al castillo de Besque, donde constaban que aquello, definitivamente, no es un lobo. Su morfología corresponde a una criatura desconocida. En su estómago encuentran los restos de su última victima...
Jean Chastel decide viajar a Versalles con el cuerpo, para mostrárselo al rey. No teme las consecuencias de tachar a Bauterne de mentiroso. Sin embargo, no embalsamó el cuerpo, y cometió el error añadido de trasportarlo en Agosto. Cuando llegó a París, la bestia estaba tan podrida que nadie se atrevió a estudiarla, y se enterró inmediatamente. El buen Chastel soportó las burlas del rey, y volvió a su casa con un gratificación de apenas 72 libras.
Sin embargo, para su gente era un héroe. Un poeta local llegó a dedicarle un poema de más de 350 páginas, relatando su proeza. Además, el fusil con el que mató a la Bestia, se guarda desde entonces como un reliquia.
El total de muertes atribuidos a la bestia ascienden a más de 120 víctimas.
UNA POSIBLE EXPLICACION
Al parecer, el primer estudio serio realizado sobre este mito corresponde al abad François Fabre en 1901. Según sus cálculos, 70 fueron las víctimas mortales, produciéndose además 76 ataques adicionales, que se saldaron con 27 heridos de diversa consideración. Pero lo más significativo es que se encontró indicios de abuso sexual en algunas de las víctimas, lo que obviamente invita a pensar en la intervención de uno o más hombres.
La teoría más sólida y convincente señala como culpable al propio Jean Chastel, el cazador que dio muerte a la supuesta Bestia, y más específicamente a su hijo Antoine.
Jean Chastel era un experto adiestrador de perros. Razas enormes, a las que solía proteger con corazas de cuero endurecido para que resistieran los ataques de sus presas. Podemos suponer que unos animales así disfrazados podrían ser fácilmente confundidos con algún tipo de monstruo. Además, explicaría la resistencia de la bestia frente a los impactos de bala, ya que las armas de esa época ni de lejos tenían en poder de penetración de las actuales, y su extraña capacidad de aparecer con tanta frecuencia, a veces en zonas muy alejadas entre sí.
Sin embargo, se describe a Jean Chastel como un hombre honrado y religioso, que no encajaría con el perfil de un asesino. En cambio, su hijo era harina de otro costal. Antoine Chastel era un hombre solitario, que rehuía a la gente para refugiarse en el bosque, y del que se sospechaba extraños apetitos.
¿Podría Antoine haberse valido de los perros adiestrados por su padre para dar rienda suelta a sus instintos? Es posible. Incluso es probable que él mismo se disfrazara con pieles y cueros cuando salía a buscar nuevas víctimas. Así se justificarían las declaraciones de algunos testigos, afirmando que la Bestia era capaz de hablar y reírse como un hombre.
Es de suponer que mantuvo sus actividades tan en secreto como le fue posible. Pero todas las personalidades psicopáticas, tarde o temprano acaban confiándose y creyendo que nadie los podrá descubrir, hasta que cometen un fallo que los delata. Su padre acabó por enterarse, y decidió ponerle fin a la situación de la mejor manera posible. Tal vez matara a su propio hijo, cosa que dudo, o lo embarcara rumbo a un lugar distante del globo. No he conseguido averiguar cuál fue el destino de Antoine, y su pista se pierde el día que su padre declara haber matado a la Bestia. En cualquier caso, los crímenes cesan ese mismo día.
¿Y qué era entonces el cuerpo que Jean Chastel llevó a Versalles en el verano de 1767? Sencillamente, puede que fuera un fraude. Jean Chastel no quería comprometer el honor de su familia confesando que uno de sus hijos era el monstruoso asesino que había aterrorizado a toda la región. Si era capaz de fabricar armaduras de cuero para sus perros, tal vez también sabría cómo componer una bestia valiéndose de los cuerpos animales corrientes. La putrefacción formaba también parte del engaño, no fue ningún tipo de negligencia. Recordemos que Chastel afirmó haberla matado el 19 de Junio, y no la entregó en Versalles hasta el mes de Agosto. Demasiado tiempo. El necesario para ocultar las huellas de manipulación. Aunque la Bestia fue sometida a una autopsia -con los medios y el conocimiento de final del XVIII, que estaban muy lejos de los actuales- los investigadores no detectaron el engaño. El esqueleto fue donado al Museo de Ciencias Naturales de París, de donde desapareció en 1830, en medio de los disturbios revolucionarios que sacudieron París en esa época.
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4 comentarios:
Rediós!
Con lo que a mí me gustó "El pacto de los lobos".
Excelente artículo.
Guau! Estoy impresionada.
No había escuchado nunca nada parecido. En realidad he de decir que algo larga la historia pero realmente tienes razón en el final. Si es q las cosas no son lo que parecen.
Atención, esto es un comentario crítico:
Este artículo es inmenso, no es fácil tener ganas de ponerse a leerlo todo.
Hoy por fín, me he atrevido, y mis conclusiones son:
1- Carece de base científica al completo.
2- Los hechos se pierden en la lejanía de los tiempos, con lo cual, su veracidad queda totalmente en entredicho.
3- Demasiado texto para enumerar las víctimas de "la cosa".
y 4- En definitiva, es como si se tratase de mejorar la nitidez en una fotografía que ha sido tomada mientras agitamos la cámara de fotos.
Hay otros misterios que me resultan más atractivos, en cuanto que pueden esconder realidades que desconocemos. Intentar sacar de aquí una "lesson de vie" es prácticamente imposible.
(por supuesto que todo esto es una crítica al artículo, no a la estupenda labor de fraile copista de bimboweaaa!).
Extraterrestres no¿? lo dirían en coña o realmente se lo creen???
a la gente se le va la olla....
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